Muertas de risa, las chicas y yo nos desparramamos enseguida por todo el barco, a jugar a las tragamonedas. Betty fue conmigo a donde estaban las maquinitas de poker, y se quedó ahí. El resto, desapareció. Yo me fui de ese sector a ver qué más había en los barquitos.
Me quedé como quince minutos mirando la pantalla de una señora que jugaba con una tragamonedas de unos patos. Cuando se levantó, le pegó un sopapo a la pantalla y se fue. Yo saqué diez pesos, me senté ahí mismo a probar suerte. Un pato verde me dió la bienvenida y empecé a jugar sin entender nada de nada. En realidad, era lo de menos porque al toque tenía tres patos que me volaban por toda la pantalla, disparando y cantando una canción de patos. De todos modos, eso no duró mucho, porque cuando mis diez pesos volaron, los patos también. Siguiendo la tradición, le puse un golpe a la pantalla y me fui a ver otras maquinitas.
La verdad que las hacen muy atractivas, con pantallas en las que me bailaban frutitas, gatos, ninjas y hasta putas.
Estuve otro buen rato en una en donde el personaje era un enano vikingo, igualito al del señor de los rings. Puse plata y el enano me miró desafiante desde la pantalla del juego. Jugué como más o menos me pareció, y en un momento dado, no tengo idea de qué botón habré apretado, porque se me apareció un bicho feo parecido a Gollum, que decía "my precious" y acariciaba la parte de la pantalla donde aparecía mi plata, me sonrió maliciosamente y mis créditos disminuyeron. Minutos después, no quedaba nada, y cuando me levantaba para ir a tomar algo, volvió el enano vikingo y desde la pantalla se me cagó de risa, se dio vuelta y me mostró su feo y peludo culo.
Enano hijo de puta, ahora vas a ver...
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