Cada vez que soluciono un problema informático, siempre me planto al lado del usuario y le pido que pruebe mil veces la máquina, para asegurarme de que no me hagan volver una vez que me puse el abrigo y me calcé la mochila. Andaba todo cuando me fui, y Susana había probado minuciosamente su computadora delante mío. A los 20 minutos, cuando yo ya estaba en el subte, empezaron los llamados al celular. Me llamó 7 veces en un lapso de 2 horas. Creo que le gusto...
Por fin llegué a casa, y apagué el celular, que ya me tenía harta. Antes de entrar a la ducha, reviso el contestador , y me llevo una sorpresa:
Mensaje 1 - "Hola mami... ¿Cómo es la cosa con vos?. Yo quiero que me digas cositas, vos ya sabés... ¡ Y ahora me ponés un contestador?!... Dale putita, volvé que te extraño".
0_0 ¿Quién carajo es?... La voz no me sonaba familiar...
Mensaje 2 (voz de pendejo desafinado): - "Hola hermosha, ¿no queré hasherlo conmigo ? Mira que zoy chiquito pedo te puedo enzeñar de todo y tengo la garompa re gorda. Dale, atendé".
O_O ¿Pero qué demonios ...?.
Mensaje 4: - "Buenas noches, ¿dónde está?... Estoy como loco... Qué pasa que no atiende ? . ¿Me va a dejar así ? Mire que me van a reventar los huevos... ".
Cuando miré el visor del contestador, había al menos 20 llamadas. Todas eran iguales: "mamita, te voy a ..." , "hola bebé, no sabés cómo me...", "cómo te comería...", "me encanta cuando me hacés..." y puedo seguir...
Timbre. Voy a la cocina, levanto el tubo del portero electrico:
Betty: - ¡La puta que te parió, pendeja ! ¿Dónde te habías metido? Abrime nena, que traje churros...
Al parecer, Betty estuvo llamandome todo el día a casa porque no daba con mi celu, y se encontró conque la atendía una señora con voz cachonda, que le decia porquerías al oído; previo pago, claro.
Ahí me cayó la ficha: anduvieron los de la telefónica cambiando el cableado, y me dejaron el par cruzado con el telefono de una hotline.
Me pasé como 3 horas con Betty, tomando mate y cagándonos de risa de los mensajes que quedaron en el contestador.
Qué bueno que vino... La verdad que sin ella, escucharlos no me causaban ninguna gracia.
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